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Un buen hábito. Si acostumbras a tus hijos desde pequeños a levantarse con tiempo suficiente para tomar un buen desayuno les transmites buenos hábitos, y esto es positivo para la salud y el bienestar de toda la familia.
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Aumenta el rendimiento físico. Si tu hijo realiza actividad física sin tomar desayuno puede tener una fatiga o un desmayo por falta de energía. Recuerda que el cuerpo necesita energía para poder moverse.
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Da alegría y buen humor. El desayuno aumenta la glucosa (que está baja tras toda la noche de ayuno), lo que hace que el sistema nervioso funcione mejor, y esto se traduce en alegría y buen humor.
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Aumenta la concentración y la memoria. Un desayuno equilibrado os aporta glucosa, el alimento del cerebro, por lo que mejora la memoria, la concentración y la creatividad.
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Ayuda a controlar el peso. Desayunar ayuda a mantener el peso dentro de límites saludables en mayor medida que si se omite esta comida tan importante del día. Cuando tu hijo desayuna no tiene tanta hambre a lo largo de la mañana y es más fácil que no picotee, lo que le ayuda a evitar que gane peso en exceso.
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Mejora el estado nutricional; es decir, ayuda a mejorar el balance de energía y nutrientes (calcio, hierro, magnesio, vitaminas del grupo B ) que el cuerpo necesita durante el día, en particular de tus hijos, ya que están en pleno crecimiento y desarrollo.